A lo largo de nuestras vidas cuánto nos hemos desenamorado, y este proceso de duelo, impotencia, desánimo, desesperanza, se convierten en angustia y depresión. La pregunta que comúnmente florece en todos los que han vivenciado esta experiencia, ¿Por qué a mí?
Sencilla respuesta, vendrá algo mejor, y eso que se concibe como mejor no es necesariamente el príncipe azul o la princesa de cuentos de hadas, donde vivieron felices toda la eternidad. El verdadero amor es tomar conciencia, de lo especiales que somos como seres humanos, de sanarnos emocionalmente, de aprender a no depender, de alcanzar metas personales, profesionales, académicas, de creernos y sentirnos que somos maravillosos.
La verdadera belleza no es tener un cuerpo perfecto, es construir un todo integral: CUERPO – ESPIRITU – INTELECTO. A lo largo de mi experiencia como consejera familiar, la auténtica medicina es amarnos a nosotros mismos, es sentirnos privilegiados de ser como somos, sin importar las toxinas de los que no tienen lo que nosotros poseemos, que es querer ser felices, querer renovarse.
Y ese amor sensible, pasionario debe empezar en nosotros como prioridad que consiste en deleitarse con esos momentos breves y sublimes que es la vida: primero para los que tienen FE, será agradecer a Dios, segundo buscar aquellos tips, elementos que renuevan el presente como disfrutar de una película, de reírse, de un aroma, de las personas que llegan a nuestra vida y que dejan una huella positiva, este tiempo de soledad romántica sin pareja, es un período de aprendizaje, para aprender a elegir, decidir, optimizar las decisiones, saber decir no aunque las consecuencias, sean terminar con aquello que nos perjudica. El verdadero amor romántico es querer querernos nosotros mismos y terminar con aquello que impide avanzar.
– Magister en Desarrollo Temprano y Educación Infantil.
– Diplomado Superior en Terapia Familiar.
– Licenciada en Ciencias de la Educación.
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